Los cambios evolutivos duraderos son los que se desarrollan despacio
Un millón de años parece ser el número mágico. A través de una amplia gama de especies, los investigadores descubrieron que para que un gran cambio persista, y para que los cambios se acumulen, se necesita cerca de un millón de años. Verificaron diversos casos, en los que dicha pauta se presentó de manera clara.
El equipo del zoólogo Josef Uyeda, de la Universidad Estatal de Oregón, ha combinado, por primera vez, los datos de períodos cortos, de 10 a 100 años, con datos de periodos mucho más extensos, de los cuales hay constancia en el registro fósil a lo largo de millones de años.
Los resultados del estudio indican que los cambios rápidos, en las poblaciones locales, a menudo no se perpetúan ni se propagan por toda la especie. En otras palabras, el que hoy los seres humanos seamos, en promedio, entre 5 y 8 centímetros más altos de lo que eran los humanos de hace 200 años, no quiere decir que el proceso haya de continuar y que dentro de 2.000 años los humanos midan entre 45 y 72 centímetros más que ahora. Ni tampoco hay garantía alguna de que los humanos de dentro de un millón de años conserven la misma estatura que tenemos los de ahora.
Por supuesto, la evolución rápida existe, y se la puede observar en bastantes casos de cambios a través de unas pocas generaciones. Sin embargo, esos cambios rápidos no siempre persisten, y pueden ser confinados a pequeñas poblaciones. Todo apunta a que, por razones que no están del todo claras, la dinámica a largo plazo de la evolución es muy lenta.
Evolución lenta. (Foto: Oregon SU)
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