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domingo, 9 de octubre de 2011

Las hienas saben evaluar las probabilidades de vencer a un grupo rival

La habilidad de ciertas hienas para contar, a través de las distintas "voces" que oyen, cuántos individuos tiene otro grupo, las ayuda de modo decisivo a evaluar sus probabilidades de éxito en una lucha contra un grupo rival, y a decidir si pelear o escapar. Así se ha constatado en un estudio reciente.

El equipo de Sarah Benson-Amram, de la Universidad Estatal de Michigan, ha comprobado que las hienas escuchan las "voces" de los intrusos para determinar si el grupo enemigo está o no en desventaja.

Las hienas son más cautas cuando son superadas en número, y asumen más riesgos cuando cuentan con la ventaja numérica. Las hienas parecen ser tan capaces como los chimpancés o los leones de evaluar sus ventajas y desventajas tácticas.

El descubrimiento parece respaldar el concepto de que vivir en grupos sociales complejos, como los de las hienas, los leones y los chimpancés, es una de las claves de la evolución de los cerebros grandes.

Aunque las hienas manchadas viven en clanes de hasta 90 individuos, pasan gran parte del día en grupos más pequeños y vulnerables.


Cuando, en los experimentos, los investigadores hacían sonar grabaciones de posibles intrusos, la reacción de las hienas dependía de cuántas voces oían en comparación con el número de miembros de su clan que estaban con ellas en ese momento. Era mucho más probable que los grupos de tres o más hienas se acercasen a la fuente de sonido, en comparación con las parejas o los individuos solos.
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Sarah Benson-Amram. (Foto: MSU)

sábado, 27 de agosto de 2011

Detectar mentiras en la cara de quien las dice, aunque amortigüe su expresividad facial

Aún cuando una persona que está mintiendo ponga cara de póquer para no dejar entrever ningún indicio emocional de lo que pasa por su mente, hay huellas sutiles que seguirán delatándola.

Ésta es la conclusión a la que ha llegado el equipo de Mark Frank de la Universidad en Buffalo (Universidad Estatal de Nueva York).

Frank ha pasado dos décadas analizando las caras de personas mientras mienten.

Los resultados de su más reciente estudio sobre el tema, llevado a cabo junto a Carolyn M. Hurley, indican que aunque los mentirosos pueden amortiguar movimientos faciales como los de las cejas o las sonrisas cuando un policía o alguien con autoridad les está haciendo preguntas sobre aquello que fingen no conocer o no haber hecho, no es posible reducir hasta cero los movimientos faciales delatadores, ni mantener todo el rato esa disminución de expresividad.

Las conclusiones se basan en el análisis, cuadro a cuadro, o fotograma a fotograma, de filmaciones de movimientos faciales hechas durante interrogatorios a voluntarios, algunos de los cuales mentían, mientras que otros decían la verdad. A estos sujetos de estudio se les pidió que suprimieran partes específicas de las expresiones faciales.

Hurley y Frank detectaron que esos componentes de expresiones faciales ciertamente pueden ser minimizados, pero no eliminados del todo, y que pedirles a los sujetos que suprimieran un elemento de la expresión provocaba la reducción de todos los movimientos de la cara.

A pesar de estos resultados, la mayoría de los 60 participantes del estudio declaró creer que había controlado por completo el movimiento indeseado de los músculos faciales, y que había mantenido cara de póquer durante todo el interrogatorio.

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Mark Frank. (Foto: U. Buffalo)

Las contramedidas conductuales son las estrategias que un sujeto bien instruido por psicólogos criminalistas puede poner en práctica para controlar deliberadamente el comportamiento del rostro, o incluso del cuerpo, a fin de engañar a policías y hasta a detectores de mentiras.

Hasta este estudio, las investigaciones realizadas no habían conseguido aclarar debidamente si la gente que está mintiendo puede suprimir por completo elementos de su expresión facial como contramedida para que no se note que miente.

sábado, 20 de agosto de 2011

Los monos rhesus son conscientes de sí mismos y de las consecuencias de algunos de sus actos complejos

Se ha demostrado que los monos rhesus tienen la capacidad de entender que ellos son la causa de ciertas acciones complejas, y poseen una forma de conciencia de sí mismos que antes no se les atribuía.

Para el estudio, el psicólogo cognitivo Justin J. Couchman de la Universidad en Buffalo (Universidad Estatal de Nueva York), entrenó a 40 estudiantes de esa universidad y a cuatro monos rhesus machos alojados en el Centro de Investigación del Lenguaje de la Universidad Estatal de Georgia, para que movieran el cursor de un ordenador con una palanca de mando o joystick, mientras en la pantalla se movía un segundo cursor, introducido para distraerles y confundirles. Dicho cursor falso se movía representando sólo parcialmente sus movimientos.

Después de mover el cursor, se pidió a las personas y a los monos que identificaran el cursor del ordenador que habían controlado, o sea el cursor verdadero, que representó fielmente todos sus movimientos y por tanto también sus intenciones.

Los individuos de ambas especies fueron capaces de seleccionar el cursor que habían controlado, con un grado de aciertos claramente superior al obtenible por mera casualidad.

La elección la hicieron de entre varias opciones, una de las cuales era el cursor falso que sólo coincidía con el verdadero en algunos movimientos.

[Img #3856]Los resultados de los experimentos sugieren que los monos, como los humanos, son capaces de comprender que son la causa de ciertas acciones, y eso denota que poseen una forma de autoconciencia que hasta ahora no se creía que tuvieran.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Los autistas no pueden entender el "yo"

Científicos encontraron evidencia de que la autoconciencia -el entendimiento del yo- es un gran problema para la gente con autismo.
Niño con autismo

Se cree que el autista tiene problemas para procesar la información sobre sí mismo.

Los investigadores de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, descubrieron que los cerebros de autistas son menos activos cuando se ven involucrados en pensamientos autoreflexivos.

Según el estudio -publicado en la revista Brain (Cerebro)- los resultados ofrecen información importante para poder entender las dificultades sociales que se enfrentan en los llamados trastornos del espectro autista.

Durante muchos años se ha considerado al autismo una enfermedad caracterizada por un extremo egocentrismo.

La nueva investigación demuestra, sin embargo, que la gente que sufre el trastorno tiene problemas cuando se trata de pensar o reflexionar sobre sí misma.

"La reina y yo"

Los científicos del Centro de Investigación del Autismo de la Universidad de Cambridge utilizaron tecnología de imágenes de resonancia magnética funcional para medir la actividad cerebral de 66 voluntarios hombres, la mitad de los cuales había sido diagnosticado con algún trastorno autista.

Se pidió a los voluntarios que emitieran un juicio sobre sus propios pensamientos, opiniones, preferencias o características físicas y también sobre alguien más, en este caso la reina Isabel II.

Los participantes debían responder a las preguntas mientras se llevaban a cabo los escáneres cerebrales, de tal forma que los científicos pudieron visualizar las diferencias entre la actividad cerebral de los autistas y los que no sufrían el trastorno.

En particular, les interesaba analizar una región del cerebro llamada corteza prefrontal ventromedial (vMPFC) que se sabe se activa cuando la gente piensa en sí misma.

"Esta área es como un detector de la autorelevancia" dice el profesor Michael Lombardo, quien dirigió el estudio.

"Ya que por lo general responde más a la información que está relacionada con nosotros mismos".

Más actividad

La forma atípica con que el cerebro autista maneja la información autorelevante podría desviar el desarrollo social de un niño, particularmente en lo que se refiere a la forma como se relaciona con el mundo social que los rodea

Prof. Michael Lombardo

El profesor Lombardo descubrió que en los participantes sin autismo esta zona del cerebro era más activa cuando se le pedía al voluntario que respondiera preguntas sobre sí mismo que cuando debía responder sobre la reina.

Sin embargo, en las personas autistas la región cerebral respondía siempre de la misma forma, tanto cuando pensaban en sí mismas como cuando pensaban en la reina.

Según el investigador, estos resultados demuestran que el cerebro autista tiene problemas cuando necesita procesar información sobre sí mismo.

"Para poder navegar por las interacciones sociales con los demás es necesario mantener un rastro de las relaciones entre nosotros mismos y los demás" dice el científico.

"En algunas situaciones sociales es importante notar que "yo soy similar a ti", mientras que en otras situaciones podría ser importante notar que "yo soy diferente a ti"".

"La forma atípica con que el cerebro autista maneja la información autorelevante podría desviar el desarrollo social de un niño, particularmente en lo que se refiere a la forma como se relaciona con el mundo social que los rodea", expresa el investigador.

Otros expertos afirman que estos resultados ofrecen información nueva e importante sobre la forma como las personas autistas se relacionan con los demás.

"Sabemos que mucha gente con autismo desea interactuar con los otros y hacer amigos pero tiene dificultades para reconocer o entender los pensamientos y sentimientos de la demás gente". afirma la doctora Gina Gómez de la Cuesta, de la Sociedad Nacional Autística del Reno Unido.

"Esta investigación demuestra que la gente con autismo quizás también tiene dificultades para entender sus propios pensamientos y sentimientos y los mecanismos cerebrales que subyacen a este proceso" señala la experta.