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domingo, 3 de julio de 2011

El aburrimiento, la gran olvidada entre las emociones

Todas las emociones básicas del ser humano han merecido numerosos estudios psicológicos... Menos una. Al aburrimiento, se la ha considerado una emoción aburrida de estudiar, cuando no la ausencia de toda emoción relevante.

Una línea de investigación impulsada por un profesor de la Universidad de Calgary en Canadá está sacando a la luz cosas muy interesantes acerca de esa emoción tan denostada.

El aburrimiento está firmemente enraizado en el cerebro humano. Al igual que otras emociones, es adaptativo.

Peter Toohey argumenta que el aburrimiento existe para ayudar a las personas a buscar cosas nuevas para hacer, cosas en las que de otro modo quizá nunca habrían reparado.

Al igual que el asco es una emoción que puede protegernos del consumo de alimentos tóxicos, el aburrimiento puede protegernos de circunstancias sociales perniciosas. Nos puede forzar a actuar de una manera que nos beneficie.

En ese sentido, el aburrimiento es como un sistema de alerta temprana. Si usted se está aburriendo, hay algo que va mal.

El aburrimiento es una reacción defensiva ante circunstancias que pueden ser psicológicamente perjudiciales y que conviene remediar.

Toohey va incluso un paso más lejos y sostiene que el aburrimiento ha inspirado algunas de las ideas más importantes y de las obras más creativas de la historia.

También sostiene que el aburrimiento intensifica en el individuo su percepción de sí mismo, al hacer que el sujeto se distancie de su entorno y se centre más en sí mismo. El aburrimiento promueve la meditación, el soñar despierto, y, finalmente, las ideas innovadoras.

lunes, 6 de junio de 2011

Individuos con personalidad distinta en otras especies animales

Los seres humanos tenemos personalidades diferentes, y eso determina en buena medida el destino de cada cual. La personalidad de un sujeto suele ejercer una importante influencia en el rumbo de su vida. Algunas personas son extrovertidas y muy sociables. Otras son introvertidas y desconfiadas. Ambas clases de personalidades tienen sus pros y sus contras.

Y cada vez hay más evidencias científicas que corroboran lo que sabe casi toda persona que haya convivido con animales domésticos: En los animales superiores, como por ejemplo perros, gatos y aves, los individuos también tienen personalidades distintas.

En un nuevo estudio, se ha obtenido una prueba más de esto; concretamente se ha demostrado que las personalidades de pájaros de una misma especie, el verderón, se reflejan incluso en sus perfiles de estrés oxidativo.

Las investigadoras Kathryn Arnold del Departamento de Medio Ambiente de la Universidad de York, y Katherine Herborn, del Instituto de Biodiversidad, Salud Animal y Medicina Comparativa de la Universidad de Glasgow, ambas instituciones del Reino Unido, se propusieron clasificar las personalidades de 22 verderones.

Para observar las reacciones de cada pájaro a una situación nueva, agregaron un molde cortagalletas de colores brillantes al cuenco de comida de cada ave, y cronometraron cuánto tardaba cada una en decidir acercarse a la comida. Las investigadoras constataron que los pájaros más atrevidos tardaban sólo unos pocos segundos en decidir que el molde cortagalletas no era peligroso y acercarse a él. Los pájaros más precavidos pasaban hasta 30 minutos vigilando de lejos el molde antes de llegar a la misma conclusión.

Arnold y Herborn también midieron el nivel de interés de cada pájaro en explorar cosas nuevas. Lo hicieron agregando un objeto intrigante a la percha de cada ave, y cronometrando cuándo tardaba cada una en posarse a su lado. No hubo correlación entre el grado de interés en explorar y el grado de atrevimiento medido en el primer experimento.

Las investigadoras midieron en cada pájaro los niveles de metabolitos de oxígeno reactivo y sus defensas contra estos. Cotejando el perfil de estrés oxidativo de cada pájaro con los rasgos de su personalidad puestos de manifiesto en los experimentos, Arnold y Herborn han constatado que las aves más cautelosas tenían los niveles más altos de toxinas de oxígeno y las defensas más débiles, de modo que sufrían de mayor estrés oxidativo que sus compañeras más temerarias.

Las científicas también han comprobado que los pájaros con mayor vocación exploradora tenían mejores defensas contra los daños oxidativos que los pájaros con escaso interés en explorar cosas nuevas.

En su vida natural en libertad, los pájaros que más recelan de lo desconocido y que por tanto se angustian más, pueden ver perjudicada su salud por culpa del estrés oxidativo y morir antes que los más despreocupados. Pero, por otra parte, estos últimos, aunque gocen de mejor salud y potencialmente una mayor longevidad, se hallan bajo un mayor riesgo de ser devorados por depredadores a causa de su menor cautela ante lo extraño. Así que unos y otros cuentan con ventajas y desventajas que les igualan en éxito dentro de la carrera evolutiva. Por eso, ambos tipos de personalidad han perdurado a través del tiempo.

Libertad y poder, ¿inevitablemente unidos?

Gozar de una gran libertad para tomar las decisiones sobre nuestra vida que nos apetezcan es algo de lo que, en principio, podríamos disfrutar sin tener que ocupar un puesto muy alto en una jerarquía.

Sin embargo, a efectos prácticos, las personas que ocupan esos puestos elevados suelen tener mejores oportunidades para organizar su vida a su gusto. Y en un estudio se ha verificado que en la psicología humana ambas cosas tienden a ir de la mano, incluso en situaciones en las que libertad y poder no dependan mutuamente.

La gente instintivamente prefiere posiciones altas de poder en vez de bajas. De igual modo, tener muchas opciones entre las que escoger nos hace sentir mejor que tener pocas.

El equipo de la investigadora M. Ena Inesi de la Escuela de Ciencias Empresariales de Londres sospechaba que la necesidad de tener el control podría ser el elemento crítico que estos dos procesos aparentemente independientes tuvieran en común. El poder nos da control sobre lo que otras personas hacen, en tanto que la libertad de tomar decisiones sobre el rumbo de nuestra vida nos da control sobre lo que hacemos nosotros.

Los resultados de los experimentos psicológicos que el equipo llevó a cabo con voluntarios son claros: Los sujetos a quienes se les hizo sentir con poco poder tendían luego a escoger comprar unas gafas de sol en una tienda donde podían escoger entre 15 modelos, en vez de otra, más cercana, en la que sólo podían escoger entre 3.

Las causas de la claustrofobia

Las personas solemos sentirnos más cómodas si mantenemos a nuestro alrededor una especie de burbuja de espacio libre, a la que se denomina "espacio personal". Pero esta burbuja no tiene el mismo tamaño para todas las personas. En un nuevo estudio, se ha descubierto que las personas cuya burbuja predilecta es demasiado grande, específicamente prolongándose más allá del alcance máximo de las manos con los brazos extendidos, son más propensas a experimentar el miedo típico de la claustrofobia.

Este estudio es uno de los primeros en centrarse en los mecanismos de percepción vinculados a la claustrofobia.

El equipo de Stella Lourenco (Universidad Emory, Estados Unidos) y Matthew Longo (Universidad de Londres) ha constatado que las personas que sienten más claustrofobia tienen una percepción exacerbada del espacio cercano que les rodea.

Por ahora, no saben, sin embargo, si la distorsión en la percepción espacial conduce al miedo, o viceversa. Ambas opciones son igual de probables.

Todo el mundo experimenta claustrofobia hasta cierto punto, pero hay una amplia gama de diferencias individuales. Se estima que cerca del 4 por ciento de las personas sufre claustrofobia en su forma claramente patológica, la cual puede hacer que tengan ataques de pánico cuando viajan a través de un túnel o en un ascensor. Algunas personas lo pasan tan mal que acuden al médico en busca de tratamiento para el trastorno.

Profundizar en los factores que contribuyen a la claustrofobia puede conducir a hallazgos que ayuden a desarrollar terapias más eficaces para la claustrofobia.

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(Foto: iStockphoto.com)

La claustrofobia está asociada a menudo con una experiencia traumática, como quedar atrapado en un ascensor durante un largo periodo de tiempo. Sin embargo, las personas que experimentan sucesos traumáticos en espacios reducidos no necesariamente desarrollan luego la claustrofobia entendida como una enfermedad.

Por eso, Lourenco y sus colegas sospecharon que podía haber otros factores involucrados. Y los resultados de su investigación muestran ciertamente que hay una clara relación entre la claustrofobia y aspectos básicos de la percepción espacial.