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miércoles, 30 de marzo de 2011

Insectos mecánicos “vuelan” con alas impresas

Insectos mecánicos “vuelan” con alas impresas
Imagen: Cortesía Richter e Lipson

Análisis por Nic Halverson

Las impresoras en 3D son capaces de imprimir objetos de metal, vidrio, plástico e incluso de azúcar y puré de papas. Y ahora están siendo utilizadas para imprimir las delicadas y translúcidas alas de insectos mecánicos.
Los especialistas en robótica Charles Richter y Hod Lipson, junto con sus compañeros de la Universidad de Cornell, realizaron recientes progresos utilizando la tecnología de impresión para desarrollar una pequeña aeronave con alas, u ornitóptero, que pesa 3,89 gramos y puede mantenerse en el aire durante 85 segundos, el modelo “volador” más ligero y con el “vuelo” de mayor duración fabricado hasta la fecha. Los resultados del experimento fueron publicados en la última edición de la revista Artificial Life.
Según el artículo, estos avances ayudarán a los científicos a entender principios mecánicos esenciales para el control y el vuelo de insectos mecánicos. Ese conocimiento podría conducir al desarrollo de micro-vehículos aéreos de bajo consumo, que ejecutan tareas de mapeado, vigilancia y operaciones de búsqueda y rescate.
En el pasado, el equipo se enfrentó a numerosas dificultades para tratar de recrear la aerodinámica del ornitóptero en su totalidad, debido a los desafíos técnicos presentados. Por ejemplo, las baterías disponibles hasta hace muy poco tiempo eran demasiado pesadas y no tenían la potencia suficiente para mantener a la pequeña aeronave en el aire. El equipo las sustituyó por baterías de litio, más pequeñas y ligeras.
Además, fabricar las alas se convirtió en un proceso delicado y lento, que necesitó varios días para ser finalizado; y los proyectos anteriores exigían una compleja bisagra en la barra central del soporte de las alas.
Al recurrir a la impresión en 3D, los investigadores consiguieron crear las alas – hechas de una fina película de poliéster que se extendía sobre una estructura de fibra de carbono – y todos los componentes en cuestión de minutos.
"Superar esta barrera permitirá un amplio estudio de despegue para una gran variedad de formatos de ala, incluyendo las que imitan a las alas de insectos de verdad”, escribieron los autores.

Insectos mecánicos “vuelan” con alas impresas

Insectos mecánicos “vuelan” con alas impresas
Imagen: Cortesía Richter e Lipson

Análisis por Nic Halverson

Las impresoras en 3D son capaces de imprimir objetos de metal, vidrio, plástico e incluso de azúcar y puré de papas. Y ahora están siendo utilizadas para imprimir las delicadas y translúcidas alas de insectos mecánicos.
Los especialistas en robótica Charles Richter y Hod Lipson, junto con sus compañeros de la Universidad de Cornell, realizaron recientes progresos utilizando la tecnología de impresión para desarrollar una pequeña aeronave con alas, u ornitóptero, que pesa 3,89 gramos y puede mantenerse en el aire durante 85 segundos, el modelo “volador” más ligero y con el “vuelo” de mayor duración fabricado hasta la fecha. Los resultados del experimento fueron publicados en la última edición de la revista Artificial Life.
Según el artículo, estos avances ayudarán a los científicos a entender principios mecánicos esenciales para el control y el vuelo de insectos mecánicos. Ese conocimiento podría conducir al desarrollo de micro-vehículos aéreos de bajo consumo, que ejecutan tareas de mapeado, vigilancia y operaciones de búsqueda y rescate.
En el pasado, el equipo se enfrentó a numerosas dificultades para tratar de recrear la aerodinámica del ornitóptero en su totalidad, debido a los desafíos técnicos presentados. Por ejemplo, las baterías disponibles hasta hace muy poco tiempo eran demasiado pesadas y no tenían la potencia suficiente para mantener a la pequeña aeronave en el aire. El equipo las sustituyó por baterías de litio, más pequeñas y ligeras.
Además, fabricar las alas se convirtió en un proceso delicado y lento, que necesitó varios días para ser finalizado; y los proyectos anteriores exigían una compleja bisagra en la barra central del soporte de las alas.
Al recurrir a la impresión en 3D, los investigadores consiguieron crear las alas – hechas de una fina película de poliéster que se extendía sobre una estructura de fibra de carbono – y todos los componentes en cuestión de minutos.
"Superar esta barrera permitirá un amplio estudio de despegue para una gran variedad de formatos de ala, incluyendo las que imitan a las alas de insectos de verdad”, escribieron los autores.

¿Cuánta información posee la civilización humana?:

  • En un nuevo estudio se ha calculado la cantidad de información que la humanidad almacena, transmite y calcula mediante la actual capacidad tecnológica total del mundo. Resto Noticia

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  • En un nuevo estudio se ha calculado la cantidad de información que la humanidad almacena, transmite y calcula mediante la actual capacidad tecnológica total del mundo. Resto Noticia

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  • En un nuevo estudio se ha calculado la cantidad de información que la humanidad almacena, transmite y calcula mediante la actual capacidad tecnológica total del mundo. Resto Noticia

viernes, 25 de marzo de 2011

Sonar naval desorienta y encalla a las ballenas


Sonar naval desorienta y encalla a las ballenas
Foto: Rastreador por satélite colocado en un macho de ballena picuda de Blainville registra la reacción al sonar naval y a otros sonidos. Foto de Ari S. Friedlaender, de la Marina de los Estados Unidos.
Por Kieran Mulvaney

En 1996, doce ballenas picudas de Blainville encallaron en la costa oeste de Grecia. Tres años después, cuatro más encallaron en las Islas Vírgenes y otras tres en la Isla de Madeira al año siguiente. En el 2002, 14 ballenas de tres especies diferentes también encallaron en las Islas Canarias.
Los eventos no tenían nada de infrecuente, puesto que por razones aún desconocidas, muchas especies de ballenas encallan ocasionalmente en aguas bajas. Sin embargo, en todos y cada uno de estos casos concretos (y en otros posteriores), había un elemento en común: embarcaciones de la marina norteamericana o de la OTAN se encontraban probando sonares de baja y media frecuencia. Debido a la extrema importancia del sonido para muchos cetáceos, numerosos investigadores especularon con la posibilidad de que el ruido emitido por el sonar fuera el responsable, directo o indirecto, de los encallamientos.
Según el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de los Estados Unidos (NRDC, por sus siglas en inglés), “muchas de estas ballenas encalladas sufren traumas físicos, incluyendo hemorragias en sus oídos, cerebro y tejidos, y grandes problemas en sus órganos. Estos síntomas son compatibles con la enfermedad de la descompresión, que puede matar a los buceadores que emergen con demasiada rapidez. Los científicos creen que los pulsos del sonar de media frecuencia pueden llevar a determinadas ballenas a cambiar sus patrones de buceo, causando heridas debilitantes e incluso fatales”.
En el 2005, el NRDC inició un proceso judicial, alegando que la utilización de sonares representaba una amenaza para los cetáceos y violaba, entre otras leyes norteamericanas, la Ley de Protección de los Mamíferos Marinos, la Ley de Política Ambiental Nacional y la Ley de Especies Amenazadas. Aunque la Corte Federal de Los Ángeles ordenó a la Marina que adoptara una serie de medidas de seguridad para proteger a las ballenas, los oficiales de la Marina recurrieron a la Corte Suprema, que en el 2008 derogó dos de sus medidas de protección, manteniendo las restantes.
Las investigaciones sobre el impacto de los sonares en los cetáceos continúan; y un nuevo estudio apoyó las primeras evidencias concretas de que estos dispositivos realmente afectan al comportamiento de al menos una especie de cetáceos.
En un artículo de la revista científica PLoS One, Peter Tyack, del  Instituto Oceanográfico Woods Hole, describe un estudio realizado en el Centro de Evaluación de Pruebas Submarinas en el Atlántico, concretamente en las Bahamas. Su equipo instaló micrófonos debajo del agua para escuchar los “estallidos” emitidos por las ballenas picudas de Blainville mientras se servían de la denominada eco-localización para encontrar a sus presas.
“Basándose en estos estallidos, los investigadores detectaron que aproximadamente dos decenas de ballenas se alimentaban en el perímetro de las pruebas de la Marina. Pero en cuanto comenzaron los ejercicios con el sonar, los estallidos comenzaron a desaparecer, sugiriendo que las ballenas habían interrumpido su caza y se habían alejado varios kilómetros del sonido. Cuando los ejercicios se detuvieron, las ballenas regresaron al lugar, probablemente por tratarse de una zona de alimentación fija, describió Tyack.
Además de ello, los investigadores instalaron rastreadores por satélite en varias ballenas para determinar su localización cuando fueran alcanzadas por el sonar, el nivel del sonido y la profundidad a la que habían descendido los animales. También reprodujeron otras grabaciones, como vocalizaciones de las orcas y sonidos parecidos a los emitidos por los sonares de la Marina, descubriendo que las ballenas reaccionaban de forma similar.
"Resulta obvio que aquellas ballenas salieran rápidamente del camino”, afirmó Ian Boyd, de la Universidad de St. Andrews de Escocia, uno de los coautores del estudio. "Sabemos que, en algunas circunstancias poco comunes, ellas son simplemente incapaces de huir y acababan encallando y muriendo”.

Sonar naval desorienta y encalla a las ballenas


Sonar naval desorienta y encalla a las ballenas
Foto: Rastreador por satélite colocado en un macho de ballena picuda de Blainville registra la reacción al sonar naval y a otros sonidos. Foto de Ari S. Friedlaender, de la Marina de los Estados Unidos.
Por Kieran Mulvaney

En 1996, doce ballenas picudas de Blainville encallaron en la costa oeste de Grecia. Tres años después, cuatro más encallaron en las Islas Vírgenes y otras tres en la Isla de Madeira al año siguiente. En el 2002, 14 ballenas de tres especies diferentes también encallaron en las Islas Canarias.
Los eventos no tenían nada de infrecuente, puesto que por razones aún desconocidas, muchas especies de ballenas encallan ocasionalmente en aguas bajas. Sin embargo, en todos y cada uno de estos casos concretos (y en otros posteriores), había un elemento en común: embarcaciones de la marina norteamericana o de la OTAN se encontraban probando sonares de baja y media frecuencia. Debido a la extrema importancia del sonido para muchos cetáceos, numerosos investigadores especularon con la posibilidad de que el ruido emitido por el sonar fuera el responsable, directo o indirecto, de los encallamientos.
Según el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de los Estados Unidos (NRDC, por sus siglas en inglés), “muchas de estas ballenas encalladas sufren traumas físicos, incluyendo hemorragias en sus oídos, cerebro y tejidos, y grandes problemas en sus órganos. Estos síntomas son compatibles con la enfermedad de la descompresión, que puede matar a los buceadores que emergen con demasiada rapidez. Los científicos creen que los pulsos del sonar de media frecuencia pueden llevar a determinadas ballenas a cambiar sus patrones de buceo, causando heridas debilitantes e incluso fatales”.
En el 2005, el NRDC inició un proceso judicial, alegando que la utilización de sonares representaba una amenaza para los cetáceos y violaba, entre otras leyes norteamericanas, la Ley de Protección de los Mamíferos Marinos, la Ley de Política Ambiental Nacional y la Ley de Especies Amenazadas. Aunque la Corte Federal de Los Ángeles ordenó a la Marina que adoptara una serie de medidas de seguridad para proteger a las ballenas, los oficiales de la Marina recurrieron a la Corte Suprema, que en el 2008 derogó dos de sus medidas de protección, manteniendo las restantes.
Las investigaciones sobre el impacto de los sonares en los cetáceos continúan; y un nuevo estudio apoyó las primeras evidencias concretas de que estos dispositivos realmente afectan al comportamiento de al menos una especie de cetáceos.
En un artículo de la revista científica PLoS One, Peter Tyack, del  Instituto Oceanográfico Woods Hole, describe un estudio realizado en el Centro de Evaluación de Pruebas Submarinas en el Atlántico, concretamente en las Bahamas. Su equipo instaló micrófonos debajo del agua para escuchar los “estallidos” emitidos por las ballenas picudas de Blainville mientras se servían de la denominada eco-localización para encontrar a sus presas.
“Basándose en estos estallidos, los investigadores detectaron que aproximadamente dos decenas de ballenas se alimentaban en el perímetro de las pruebas de la Marina. Pero en cuanto comenzaron los ejercicios con el sonar, los estallidos comenzaron a desaparecer, sugiriendo que las ballenas habían interrumpido su caza y se habían alejado varios kilómetros del sonido. Cuando los ejercicios se detuvieron, las ballenas regresaron al lugar, probablemente por tratarse de una zona de alimentación fija, describió Tyack.
Además de ello, los investigadores instalaron rastreadores por satélite en varias ballenas para determinar su localización cuando fueran alcanzadas por el sonar, el nivel del sonido y la profundidad a la que habían descendido los animales. También reprodujeron otras grabaciones, como vocalizaciones de las orcas y sonidos parecidos a los emitidos por los sonares de la Marina, descubriendo que las ballenas reaccionaban de forma similar.
"Resulta obvio que aquellas ballenas salieran rápidamente del camino”, afirmó Ian Boyd, de la Universidad de St. Andrews de Escocia, uno de los coautores del estudio. "Sabemos que, en algunas circunstancias poco comunes, ellas son simplemente incapaces de huir y acababan encallando y muriendo”.

sábado, 26 de febrero de 2011

Cuándo y cómo se pierde la versatilidad propia de las células madre

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Las células madre son las progenitoras de cada célula de nuestro cuerpo. Algunas de estas células incomparablemente versátiles mantienen esta notable plasticidad a lo largo de la vida de un animal, preparadas para reaccionar y hacer su trabajo en cuanto se las necesite, por ejemplo para reparar los daños causados por una lesión. Otras se diferencian en células especializadas, regeneran tejidos o intervienen en algún otro proceso antes de morir.

[Img #1350]
Un folículo piloso. (Foto: Rockefeller University)
Una reciente investigación define el punto en el cual las células madre del folículo piloso abandonan su versatilidad, al dejar su nicho para producir cabellos. También muestra cómo estas descendientes de las células madre regulan entonces la actividad de sus predecesoras.

El equipo de Elaine Fuchs, Jefa del Laboratorio de Desarrollo y Biología Celular en Mamíferos de la Universidad de Rockefeller, y Ya-Chieh Hsu, del mismo laboratorio, se centró en los folículos pilosos de ratón, sometidos a procesos que requerían la activación natural de las células madre.

Las células madre acostumbran a estar inactivas, pero cuando se activan, proliferan, y en este caso conducen al surgimiento de nuevos cabellos.

Los investigadores analizaron a fondo este ciclo, identificando el punto en el que las células madre activadas se convierten de manera irreversible en células especializadas para el crecimiento del pelo.

Los investigadores han comprobado que las primeras células madre descendientes pueden heredar y retener su capacidad de ser células madre, y regresar a ese estado cuando se detiene el crecimiento capilar.

Más información en:

Scitech News

Cuándo y cómo se pierde la versatilidad propia de las células madre

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Las células madre son las progenitoras de cada célula de nuestro cuerpo. Algunas de estas células incomparablemente versátiles mantienen esta notable plasticidad a lo largo de la vida de un animal, preparadas para reaccionar y hacer su trabajo en cuanto se las necesite, por ejemplo para reparar los daños causados por una lesión. Otras se diferencian en células especializadas, regeneran tejidos o intervienen en algún otro proceso antes de morir.

[Img #1350]
Un folículo piloso. (Foto: Rockefeller University)
Una reciente investigación define el punto en el cual las células madre del folículo piloso abandonan su versatilidad, al dejar su nicho para producir cabellos. También muestra cómo estas descendientes de las células madre regulan entonces la actividad de sus predecesoras.

El equipo de Elaine Fuchs, Jefa del Laboratorio de Desarrollo y Biología Celular en Mamíferos de la Universidad de Rockefeller, y Ya-Chieh Hsu, del mismo laboratorio, se centró en los folículos pilosos de ratón, sometidos a procesos que requerían la activación natural de las células madre.

Las células madre acostumbran a estar inactivas, pero cuando se activan, proliferan, y en este caso conducen al surgimiento de nuevos cabellos.

Los investigadores analizaron a fondo este ciclo, identificando el punto en el que las células madre activadas se convierten de manera irreversible en células especializadas para el crecimiento del pelo.

Los investigadores han comprobado que las primeras células madre descendientes pueden heredar y retener su capacidad de ser células madre, y regresar a ese estado cuando se detiene el crecimiento capilar.

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Grafito, ¿un imán permanente?

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Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC), en un estudio publicado recientemente en la revista Physical Review Letters, explican el origen de un exótico comportamiento del grafito. Los resultados revelan que los escalones de grafito no presentan carácter ferromagnético.

[Img #1348]
(Foto: UAM, ICMM)
Bien conocido por sus propiedades como lubricante sólido, o por encontrarse como principal componente de la mina de los lápices, el grafito todavía sigue escondiendo el origen de algunas de sus propiedades físicas. Constituido únicamente por átomos de Carbono, su estructura se compone de delgadas láminas, de espesor atómico, conocidas como grafeno —el Premio Nobel de Física de 2010 ha tenido como principal motivo el aislamiento individual de estas láminas—.

Durante los últimos diez años, el grafito ha sido protagonista de un gran número de publicaciones científicas al descubrirse en él evidencias de un inesperado comportamiento ferromagnético, similar al de un imán permanente, en regiones localizadas de tamaño nanométrico asociadas con defectos de la red cristalina que lo forma.

En octubre de 2009, un grupo de investigadores de la Universidad técnica de Eindhoven y la Universidad Radboud de Nijmegen en Holanda, parecía haber encontrado la clave de dicho comportamiento. Según ellos, a lo largo de los escalones monoatómicos en la superficie del grafito, formados por una gran cantidad de defectos a escala atómica, se observaba una clara e inequívoca señal ferromagnética.

Sin embargo, los experimentos anteriores no son concluyentes, dado que sigue sin resolver el conocido problema para separar los campos eléctricos de los magnéticos en la nanoescala. El estudio de estas interacciones es fundamental para la Nanotecnología, ya que son el origen de las fuerzas que gobiernan el mundo de lo pequeño, pues en esas dimensiones la gravedad, que nos es tan familiar, es despreciable.

Cuatro investigadores de la UAM (David Martínez-Martín, Miriam Jaafar, Rubén Pérez y Julio Gómez-Herrero) junto con la investigadora Agustina Asenjo, del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC), consiguieron desarrollar una nueva metodología que permite, por fin, la separación correcta de las interacciones eléctricas y magnéticas en sistemas nanoscópicos.

Para desenmascarar el comportamiento magnético del grafito, los investigadores se valieron de un dispositivo experimental que integra de forma simultánea (1) la microscopía de fuerza atómica, (2) la microscopía de sonda Kelvin y (3) la microscopía de fuerza magnética.

La primera es la encargada de adquirir la información topográfica superficial de la muestra en estudio. La segunda, sensible únicamente a los campos eléctricos, determina con gran exactitud el campo eléctrico local asociado a un punto determinado de la topografía; y crea un campo eléctrico igual pero de sentido opuesto al existente, de manera que el campo eléctrico resultante es nulo.

La microscopía de fuerza magnética, por su parte, determina con altísima sensibilidad el campo magnético en esa región del espacio. Toda esta instrumentación se encuentra en el interior de una campana de alto vacío, lo cual consigue aumentar muy eficazmente sus límites de detección.

Los resultados del estudio, publicados recientemente por la revista Physical Review Letters, han desvelado que los escalones de grafito no presentan carácter ferromagnético. El trabajo confirma también que la señal observada a lo largo de los escalones de grafito es independiente del campo magnético externo aplicado, corroborando la naturaleza no magnética de la señal observada en tales defectos cristalinos.

Además, los investigadores han señalado que un gran número de las evidencias que se pueden encontrar en la literatura, son el resultado de confundir interacciones eléctricas con interacciones magnéticas. El equipo confía en que el método permitirá avanzar en el conocimiento de los muchos procesos que tienen lugar a escalas atómica y molecular. (Fuente: SINC/UAM)

Grafito, ¿un imán permanente?

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Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC), en un estudio publicado recientemente en la revista Physical Review Letters, explican el origen de un exótico comportamiento del grafito. Los resultados revelan que los escalones de grafito no presentan carácter ferromagnético.

[Img #1348]
(Foto: UAM, ICMM)
Bien conocido por sus propiedades como lubricante sólido, o por encontrarse como principal componente de la mina de los lápices, el grafito todavía sigue escondiendo el origen de algunas de sus propiedades físicas. Constituido únicamente por átomos de Carbono, su estructura se compone de delgadas láminas, de espesor atómico, conocidas como grafeno —el Premio Nobel de Física de 2010 ha tenido como principal motivo el aislamiento individual de estas láminas—.

Durante los últimos diez años, el grafito ha sido protagonista de un gran número de publicaciones científicas al descubrirse en él evidencias de un inesperado comportamiento ferromagnético, similar al de un imán permanente, en regiones localizadas de tamaño nanométrico asociadas con defectos de la red cristalina que lo forma.

En octubre de 2009, un grupo de investigadores de la Universidad técnica de Eindhoven y la Universidad Radboud de Nijmegen en Holanda, parecía haber encontrado la clave de dicho comportamiento. Según ellos, a lo largo de los escalones monoatómicos en la superficie del grafito, formados por una gran cantidad de defectos a escala atómica, se observaba una clara e inequívoca señal ferromagnética.

Sin embargo, los experimentos anteriores no son concluyentes, dado que sigue sin resolver el conocido problema para separar los campos eléctricos de los magnéticos en la nanoescala. El estudio de estas interacciones es fundamental para la Nanotecnología, ya que son el origen de las fuerzas que gobiernan el mundo de lo pequeño, pues en esas dimensiones la gravedad, que nos es tan familiar, es despreciable.

Cuatro investigadores de la UAM (David Martínez-Martín, Miriam Jaafar, Rubén Pérez y Julio Gómez-Herrero) junto con la investigadora Agustina Asenjo, del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC), consiguieron desarrollar una nueva metodología que permite, por fin, la separación correcta de las interacciones eléctricas y magnéticas en sistemas nanoscópicos.

Para desenmascarar el comportamiento magnético del grafito, los investigadores se valieron de un dispositivo experimental que integra de forma simultánea (1) la microscopía de fuerza atómica, (2) la microscopía de sonda Kelvin y (3) la microscopía de fuerza magnética.

La primera es la encargada de adquirir la información topográfica superficial de la muestra en estudio. La segunda, sensible únicamente a los campos eléctricos, determina con gran exactitud el campo eléctrico local asociado a un punto determinado de la topografía; y crea un campo eléctrico igual pero de sentido opuesto al existente, de manera que el campo eléctrico resultante es nulo.

La microscopía de fuerza magnética, por su parte, determina con altísima sensibilidad el campo magnético en esa región del espacio. Toda esta instrumentación se encuentra en el interior de una campana de alto vacío, lo cual consigue aumentar muy eficazmente sus límites de detección.

Los resultados del estudio, publicados recientemente por la revista Physical Review Letters, han desvelado que los escalones de grafito no presentan carácter ferromagnético. El trabajo confirma también que la señal observada a lo largo de los escalones de grafito es independiente del campo magnético externo aplicado, corroborando la naturaleza no magnética de la señal observada en tales defectos cristalinos.

Además, los investigadores han señalado que un gran número de las evidencias que se pueden encontrar en la literatura, son el resultado de confundir interacciones eléctricas con interacciones magnéticas. El equipo confía en que el método permitirá avanzar en el conocimiento de los muchos procesos que tienen lugar a escalas atómica y molecular. (Fuente: SINC/UAM)

El efecto del sentimiento de traición cuando un dispositivo de seguridad entraña riesgos

Un nuevo estudio explora las razones por las que tendemos a sentir rechazo hacia dispositivos que aumentan la seguridad pero que al mismo tiempo añaden un pequeño riesgo, y por qué ante tal situación preferimos un dispositivo que nos protege menos pero que nunca nos hará daño, a uno que nos protege más pero que podría llegar a hacérnoslo, aún cuando el beneficio neto de este segundo sea superior al del primero.

Recurrimos al airbag, a los detectores de humo y a las vacunas, para gozar de una mayor seguridad. Desafortunadamente, las vacunas a veces provocan efectos secundarios graves, y los airbags en ocasiones pueden provocar lesiones e incluso matar a la persona a la que debían proteger. Pero sólo porque estos dispositivos no sean perfectos eso no significa que debamos rechazarlos a ultranza.

Andrew D. Gershoff (Universidad de Texas en Austin) y Johnathan J. Koehler (Universidad del Noroeste, Estados Unidos) han descubierto que las personas nos sentimos traicionadas cuando nos enteramos de los riesgos relacionados con los productos de seguridad en los que debemos depositar nuestra confianza. Entonces, nuestras emociones interfieren en el proceso de toma racional de decisiones.

Los investigadores estudiaron el “efecto traición” observando las reacciones de los sujetos de estudio ante el ejemplo de los airbags. Pidieron a esas personas que escogieran entre dos automóviles. Uno estaba equipado con un airbag que era menos capaz de salvar la vida del usuario en caso de un accidente grave. El otro automóvil tenía un airbag más capaz de salvar la vida del usuario, pero que también tenía una pequeña oportunidad de causar su muerte debido a la gran fuerza con la que se desplegaba.

La mayoría de los participantes rechazó el airbag que tenía la pequeña oportunidad de dañarles, pese a que al hacerlo estaban aceptando una oportunidad mucho más grande de sufrir daños graves en un accidente.

Lo desvelado por esta investigación muestra que las personas experimentamos potentes reacciones emocionales cuando un dispositivo cuya misión es protegernos resulta tener un cierto potencial de dañarnos, por pequeño que sea éste, y por más que esté compensado por su capacidad protectora. Así, más que sopesar los pros y los contras, tendemos a rechazar por completo un dispositivo de seguridad capaz de generar riesgos, incluso si esta decisión nos lleva a aceptar un grado de riesgo neto mayor que el derivado de dejarnos proteger por el dispositivo "traidor".

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El efecto del sentimiento de traición cuando un dispositivo de seguridad entraña riesgos

Un nuevo estudio explora las razones por las que tendemos a sentir rechazo hacia dispositivos que aumentan la seguridad pero que al mismo tiempo añaden un pequeño riesgo, y por qué ante tal situación preferimos un dispositivo que nos protege menos pero que nunca nos hará daño, a uno que nos protege más pero que podría llegar a hacérnoslo, aún cuando el beneficio neto de este segundo sea superior al del primero.

Recurrimos al airbag, a los detectores de humo y a las vacunas, para gozar de una mayor seguridad. Desafortunadamente, las vacunas a veces provocan efectos secundarios graves, y los airbags en ocasiones pueden provocar lesiones e incluso matar a la persona a la que debían proteger. Pero sólo porque estos dispositivos no sean perfectos eso no significa que debamos rechazarlos a ultranza.

Andrew D. Gershoff (Universidad de Texas en Austin) y Johnathan J. Koehler (Universidad del Noroeste, Estados Unidos) han descubierto que las personas nos sentimos traicionadas cuando nos enteramos de los riesgos relacionados con los productos de seguridad en los que debemos depositar nuestra confianza. Entonces, nuestras emociones interfieren en el proceso de toma racional de decisiones.

Los investigadores estudiaron el “efecto traición” observando las reacciones de los sujetos de estudio ante el ejemplo de los airbags. Pidieron a esas personas que escogieran entre dos automóviles. Uno estaba equipado con un airbag que era menos capaz de salvar la vida del usuario en caso de un accidente grave. El otro automóvil tenía un airbag más capaz de salvar la vida del usuario, pero que también tenía una pequeña oportunidad de causar su muerte debido a la gran fuerza con la que se desplegaba.

La mayoría de los participantes rechazó el airbag que tenía la pequeña oportunidad de dañarles, pese a que al hacerlo estaban aceptando una oportunidad mucho más grande de sufrir daños graves en un accidente.

Lo desvelado por esta investigación muestra que las personas experimentamos potentes reacciones emocionales cuando un dispositivo cuya misión es protegernos resulta tener un cierto potencial de dañarnos, por pequeño que sea éste, y por más que esté compensado por su capacidad protectora. Así, más que sopesar los pros y los contras, tendemos a rechazar por completo un dispositivo de seguridad capaz de generar riesgos, incluso si esta decisión nos lleva a aceptar un grado de riesgo neto mayor que el derivado de dejarnos proteger por el dispositivo "traidor".

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La proteína Lazarillo es clave en enfermedades neurodegenerativas

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Una proteína que en los insectos se conoce como Lazarillo y en humanos se corresponde con la apolipoproteína D parece jugar un papel muy importante en las enfermedades neurodegenerativas y en el envejecimiento. Investigadores del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) han comprobado que la presencia de dicha sustancia refuerza a las principales células del sistema nervioso, las neuronas, mientras que su ausencia se relaciona con la aparición de patologías como alzhéimer, párkinson o esclerosis múltiple, además de acelerar el envejecimiento.

[Img #1358]
Proteína Lazarillo. (Foto: IBGM/DiCYT)
Han llegado a esta conclusion usando el modelo de la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster) para experimentar. El científico Diego Sánchez, del IBGM, centro de la Universidad de Valladolid y el CSIC, lo ha explicado en Salamanca en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl).

"Es una proteína producida por células del sistema nervioso que normalmente ayudan a las neuronas a funcionar mejor", ha señalado el experto en referencia a las células de la glía. "Lo que sabemos ahora mismo es que Lazarillo (llamada así por estos investigadores porque sirve de guía de los axones o conexiones neuronales) es que es la proteína que aumenta más su cantidad en el cerebro humano cuando envejecemos y que, por lo tanto, tiene un papel muy importante en el envejecimiento. Además en muchas enfermedades neurodegenerativas como alzhéimer, párkinson, esclerosis múltiple, que tienen mucho que ver con el envejecimiento del cerebro, la proteína se pone en marcha", afirma, en declaraciones a DiCYT.

En los animales que son modelos mutantes que carecen de la proteína, hay fenómenos que simulan los procesos neurodegenerativos, por ejemplo, la mosca del vinagre muere mucho antes sin la proteína Lazarillo. Por el contrario, "si generas una mosca que tiene mucha más cantidad de la proteína dura entre un 20 y un 40% más", comenta el investigador. Sin embargo, para los científicos del IBGM lo más importante es cómo actúa: "a lo mejor no se trata de dar una pastilla de apolipoproteína D, sino de buscar el fenómeno por el cual esta proteína hace mejor a las neuronas, porque quizá en este punto resida el potencial farmacológico".

De acuerdo con las investigaciones de este grupo, la apolipoproteína podría mejorar el estado de las membranas de las células, una parte esencial, en este caso, de las neuronas. "Si tienes una membrana que no funciona bien, muchas de las funciones de las neuronas no van a desarrollarse de manera adecuada", indica. Por eso, su hipótesis es que "el estado de salud de las membranas podría ser el punto clave donde esta proteína ayuda".

La forma de la proteína Lazarillo o apolipoproteína D sería clave, ya que se asemeja a un cáliz, es decir, "es como una copa en la que dentro del vaso lleva moléculas lipídicas", un aspecto que sería esencial para las membranas celulares, puesto que están hechas de estas moléculas y, por lo tanto, se beneficiarían de la presencia de la proteína.

Aunque se trata de una investigación básica, los científicos vallisoletanos piensan que tiene la apolipoproteína D tiene mucho potencial, ya que es estable y se encuentra en el plasma humano. En este sentido, "es difícil que entre en el sistema nervioso de forma natural, porque una barrera separa la sangre del sistema nervioso". Sin embargo, precisamente, en casos de neurodegeneración dicha barrera se rompe, así que "es posible que un exceso de esta proteína puesto en sangre pudiera llegar a las zonas donde hay lesiones, pero eso es terreno de experimentación para la ciencia aplicada, nosotros solo nos ocupamos de cómo se produce", agrega Diego Sánchez.

El grupo de Diego Sánchez y Dolores Ganfornina, en el IBGM de Valladolid, es el único que trabaja con Drosophila melanogaster o mosca del vinagre en el campo de las Neurociencias en Castilla y León, según ellos mismos han indicado.

¿Cuál es la razón de que recurran a este animal que, en principio, parece tan alejado evolutivamente del ser humano? La razón es carácter práctico. "Es un animal que envejece en tres meses, mientras que los ratones lo hacen en tres años", apunta Diego Sánchez. Además, "podemos tener centenares de individuos para experimentar salidos de un solo tubo en un plazo de 25 días". Por el contrario, tener centenares de ratones supondría un gasto enorme y la necesidad de contar con una gran infraestructura. Por eso, sólo cuando están seguros de que un modelo funciona es cuando dan el salto para experimentar con vertebrados. (Fuente: DICYT)

La proteína Lazarillo es clave en enfermedades neurodegenerativas

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Una proteína que en los insectos se conoce como Lazarillo y en humanos se corresponde con la apolipoproteína D parece jugar un papel muy importante en las enfermedades neurodegenerativas y en el envejecimiento. Investigadores del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) han comprobado que la presencia de dicha sustancia refuerza a las principales células del sistema nervioso, las neuronas, mientras que su ausencia se relaciona con la aparición de patologías como alzhéimer, párkinson o esclerosis múltiple, además de acelerar el envejecimiento.

[Img #1358]
Proteína Lazarillo. (Foto: IBGM/DiCYT)
Han llegado a esta conclusion usando el modelo de la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster) para experimentar. El científico Diego Sánchez, del IBGM, centro de la Universidad de Valladolid y el CSIC, lo ha explicado en Salamanca en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl).

"Es una proteína producida por células del sistema nervioso que normalmente ayudan a las neuronas a funcionar mejor", ha señalado el experto en referencia a las células de la glía. "Lo que sabemos ahora mismo es que Lazarillo (llamada así por estos investigadores porque sirve de guía de los axones o conexiones neuronales) es que es la proteína que aumenta más su cantidad en el cerebro humano cuando envejecemos y que, por lo tanto, tiene un papel muy importante en el envejecimiento. Además en muchas enfermedades neurodegenerativas como alzhéimer, párkinson, esclerosis múltiple, que tienen mucho que ver con el envejecimiento del cerebro, la proteína se pone en marcha", afirma, en declaraciones a DiCYT.

En los animales que son modelos mutantes que carecen de la proteína, hay fenómenos que simulan los procesos neurodegenerativos, por ejemplo, la mosca del vinagre muere mucho antes sin la proteína Lazarillo. Por el contrario, "si generas una mosca que tiene mucha más cantidad de la proteína dura entre un 20 y un 40% más", comenta el investigador. Sin embargo, para los científicos del IBGM lo más importante es cómo actúa: "a lo mejor no se trata de dar una pastilla de apolipoproteína D, sino de buscar el fenómeno por el cual esta proteína hace mejor a las neuronas, porque quizá en este punto resida el potencial farmacológico".

De acuerdo con las investigaciones de este grupo, la apolipoproteína podría mejorar el estado de las membranas de las células, una parte esencial, en este caso, de las neuronas. "Si tienes una membrana que no funciona bien, muchas de las funciones de las neuronas no van a desarrollarse de manera adecuada", indica. Por eso, su hipótesis es que "el estado de salud de las membranas podría ser el punto clave donde esta proteína ayuda".

La forma de la proteína Lazarillo o apolipoproteína D sería clave, ya que se asemeja a un cáliz, es decir, "es como una copa en la que dentro del vaso lleva moléculas lipídicas", un aspecto que sería esencial para las membranas celulares, puesto que están hechas de estas moléculas y, por lo tanto, se beneficiarían de la presencia de la proteína.

Aunque se trata de una investigación básica, los científicos vallisoletanos piensan que tiene la apolipoproteína D tiene mucho potencial, ya que es estable y se encuentra en el plasma humano. En este sentido, "es difícil que entre en el sistema nervioso de forma natural, porque una barrera separa la sangre del sistema nervioso". Sin embargo, precisamente, en casos de neurodegeneración dicha barrera se rompe, así que "es posible que un exceso de esta proteína puesto en sangre pudiera llegar a las zonas donde hay lesiones, pero eso es terreno de experimentación para la ciencia aplicada, nosotros solo nos ocupamos de cómo se produce", agrega Diego Sánchez.

El grupo de Diego Sánchez y Dolores Ganfornina, en el IBGM de Valladolid, es el único que trabaja con Drosophila melanogaster o mosca del vinagre en el campo de las Neurociencias en Castilla y León, según ellos mismos han indicado.

¿Cuál es la razón de que recurran a este animal que, en principio, parece tan alejado evolutivamente del ser humano? La razón es carácter práctico. "Es un animal que envejece en tres meses, mientras que los ratones lo hacen en tres años", apunta Diego Sánchez. Además, "podemos tener centenares de individuos para experimentar salidos de un solo tubo en un plazo de 25 días". Por el contrario, tener centenares de ratones supondría un gasto enorme y la necesidad de contar con una gran infraestructura. Por eso, sólo cuando están seguros de que un modelo funciona es cuando dan el salto para experimentar con vertebrados. (Fuente: DICYT)

La bifurcación evolutiva de un gen en dos con funciones distintas

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Por primera vez se ha logrado analizar a escala molecular cómo un gen que desarrolle dos funciones que compitan una con la otra por la asignación de recursos, puede finalmente dividirse en dos, a través de la duplicación génica, cesando esa competición entre funciones al ser asignada cada una a un gen distinto y seguir cada uno de estos un camino evolutivo separado.

[Img #1356]
Christina Cheng. (Foto: L. Brian Stauffer)
El estudio valida una hipótesis de décadas de antigüedad sobre un mecanismo clave de la evolución. La investigación también confirma la ascendencia de una familia de proteínas anticongelantes que ayuda a un pez antártico a sobrevivir en las frías aguas del Océano Antártico.

Christina Cheng, profesora de Biología Animal en la Universidad de Illinois, lleva tres décadas estudiando las adaptaciones genéticas que permiten a los peces antárticos sobrevivir en una de las zonas más frías del planeta.

Los científicos saben desde el año 2001 que la secuencia genética que codifica para una familia de proteínas anticongelantes (conocida como AFP III) es muy similar a una parte de la secuencia de un gen que codifica para una enzima celular en los seres humanos. Ya que el pez antártico objeto de estudio también produce esta enzima (SAS), se pensaba que los genes para estas proteínas anticongelantes de alguna manera habían evolucionado a partir de una copia duplicada del gen SAS. Sin embargo, ningún estudio lo había demostrado con datos experimentales lo bastante convincentes.

El hallazgo hecho por Cheng y sus colegas de la Academia China de Ciencias apoya esa hipótesis de que cuando un gen comienza a desarrollar más de una función, la duplicación de ese gen podría resultar en la evolución divergente del gen original y su duplicado.

En la antigua enzima SAS, la función original desempeñada por ella y la función adicional emergente relacionada con el hielo, quizá entraron en conflicto una con la otra. Cuando el gen SAS-B fue creado por duplicación como resultado de un error de copiado o de algún otro suceso fortuito en la célula, entonces cada uno de los genes duplicados fue liberado del conflicto y siguió su propio camino evolutivo.

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La bifurcación evolutiva de un gen en dos con funciones distintas

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Por primera vez se ha logrado analizar a escala molecular cómo un gen que desarrolle dos funciones que compitan una con la otra por la asignación de recursos, puede finalmente dividirse en dos, a través de la duplicación génica, cesando esa competición entre funciones al ser asignada cada una a un gen distinto y seguir cada uno de estos un camino evolutivo separado.

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Christina Cheng. (Foto: L. Brian Stauffer)
El estudio valida una hipótesis de décadas de antigüedad sobre un mecanismo clave de la evolución. La investigación también confirma la ascendencia de una familia de proteínas anticongelantes que ayuda a un pez antártico a sobrevivir en las frías aguas del Océano Antártico.

Christina Cheng, profesora de Biología Animal en la Universidad de Illinois, lleva tres décadas estudiando las adaptaciones genéticas que permiten a los peces antárticos sobrevivir en una de las zonas más frías del planeta.

Los científicos saben desde el año 2001 que la secuencia genética que codifica para una familia de proteínas anticongelantes (conocida como AFP III) es muy similar a una parte de la secuencia de un gen que codifica para una enzima celular en los seres humanos. Ya que el pez antártico objeto de estudio también produce esta enzima (SAS), se pensaba que los genes para estas proteínas anticongelantes de alguna manera habían evolucionado a partir de una copia duplicada del gen SAS. Sin embargo, ningún estudio lo había demostrado con datos experimentales lo bastante convincentes.

El hallazgo hecho por Cheng y sus colegas de la Academia China de Ciencias apoya esa hipótesis de que cuando un gen comienza a desarrollar más de una función, la duplicación de ese gen podría resultar en la evolución divergente del gen original y su duplicado.

En la antigua enzima SAS, la función original desempeñada por ella y la función adicional emergente relacionada con el hielo, quizá entraron en conflicto una con la otra. Cuando el gen SAS-B fue creado por duplicación como resultado de un error de copiado o de algún otro suceso fortuito en la célula, entonces cada uno de los genes duplicados fue liberado del conflicto y siguió su propio camino evolutivo.

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El tiranosaurio rex no era un carroñero sino un depredador

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El tiranosaurio rex cazaba como un león, en vez de vivir habitualmente de los cadáveres de animales muertos como si fuese una hiena, según revela una nueva investigación. El hallazgo pone fin a un largo debate acerca de la conducta alimentaria de esta bestia impresionante.

[Img #1359]
(Foto: ZSL)
Los autores del estudio, de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL por sus siglas en inglés) utilizaron un modelo ecológico basado en las relaciones de los depredadores en la zona del Parque Nacional de Serengeti para determinar si la conducta carroñera pudo ser una estrategia eficaz para la alimentación del tiranosaurio rex.

Los intentos anteriores para resolver las dudas sobre si el tiranosaurio rex era mayormente un depredador o un carroñero se centraron en su morfología. El fallo de este enfoque es que dos especies pueden poseer características físicas similares, pero contar con estrategias de caza muy diferentes, como sucede con los buitres y las águilas.

Al tener una idea clara de las fuerzas ecológicas que intervienen en la cuestión, el equipo de Chris Carbone ha sido capaz de demostrar que la conducta carroñera no era una opción viable para el tiranosaurio rex, ya que se habría visto superado por la acción de dinosaurios carroñeros más abundantes y más pequeños, quienes se le adelantarían con facilidad ante cualquier nuevo cadáver. Estas especies descubrirían los cadáveres con mayor rapidez, sacando así el máximo partido de las oportunidades.

Los autores del estudio creen que el tiranosaurio rex era capaz de recorrer grandes distancias para atrapar a sus presas, al igual que hacen depredadores actuales como los osos polares y los leones.

Esta investigación abre ahora las puertas para analizar el comportamiento del tiranosaurio rex como un depredador.

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El tiranosaurio rex no era un carroñero sino un depredador

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El tiranosaurio rex cazaba como un león, en vez de vivir habitualmente de los cadáveres de animales muertos como si fuese una hiena, según revela una nueva investigación. El hallazgo pone fin a un largo debate acerca de la conducta alimentaria de esta bestia impresionante.

[Img #1359]
(Foto: ZSL)
Los autores del estudio, de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL por sus siglas en inglés) utilizaron un modelo ecológico basado en las relaciones de los depredadores en la zona del Parque Nacional de Serengeti para determinar si la conducta carroñera pudo ser una estrategia eficaz para la alimentación del tiranosaurio rex.

Los intentos anteriores para resolver las dudas sobre si el tiranosaurio rex era mayormente un depredador o un carroñero se centraron en su morfología. El fallo de este enfoque es que dos especies pueden poseer características físicas similares, pero contar con estrategias de caza muy diferentes, como sucede con los buitres y las águilas.

Al tener una idea clara de las fuerzas ecológicas que intervienen en la cuestión, el equipo de Chris Carbone ha sido capaz de demostrar que la conducta carroñera no era una opción viable para el tiranosaurio rex, ya que se habría visto superado por la acción de dinosaurios carroñeros más abundantes y más pequeños, quienes se le adelantarían con facilidad ante cualquier nuevo cadáver. Estas especies descubrirían los cadáveres con mayor rapidez, sacando así el máximo partido de las oportunidades.

Los autores del estudio creen que el tiranosaurio rex era capaz de recorrer grandes distancias para atrapar a sus presas, al igual que hacen depredadores actuales como los osos polares y los leones.

Esta investigación abre ahora las puertas para analizar el comportamiento del tiranosaurio rex como un depredador.

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La biología de los efectos positivos y negativos del miedo

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Desde hace mucho, se sabe que ser consciente de un peligro inminente puede aumentar la habilidad humana de detectar leves cambios en el entorno, ya sean visuales, sonoros o de otro tipo. Por ejemplo, el leve crujido de una hoja seca puede delatar la aproximación sigilosa de un depredador. Pero, por otra parte, también es obvio que el estrés y la ansiedad inducidos por una amenaza pueden afectar de modo negativo nuestra capacidad de pensar con claridad y de llevar a cabo tareas mentales complejas. En un nuevo estudio se ha comprobado de manera detallada el alcance de esta confrontación entre ambos efectos.

Dicha comprobación se ha hecho midiendo los cambios en la actividad eléctrica del cerebro, captados por una densa red de sensores colocados sobre el cuero cabelludo.

El estudio lo ha llevado a cabo el equipo de Alexander Shackman y Richard Davidson, ambos de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Enfrentados a un riesgo, los sujetos de estudio, que se ofrecieron voluntariamente para el mismo, mostraron una mayor actividad en los circuitos cerebrales responsables de captar información visual, pero también un nivel de señal más débil en la circuitería responsable de analizar y valorar esa información. Cuando el riesgo desaparecía (y por lo tanto, el estrés y la ansiedad) el efecto se invertía: El cerebro destinaba menos potencia para la vigilancia, y más potencia para la toma de decisiones estratégicas.

El miedo nos hace más sensibles a nuestro entorno externo como una forma de identificar un peligro potencial y por dónde se acerca, pero interfiere en nuestra capacidad de pensamiento complejo.

En los últimos años, algunos teóricos han defendido la hipótesis de que esta confrontación de capacidades podría reflejar la interacción entre dos sistemas cerebrales que funcionan al mismo tiempo: Uno sería responsable de la detección rápida de los estímulos externos. El otro se ocuparía del proceso más lento de evaluar cuidadosamente esa información entrante. El estrés desbarata el equilibrio entre esos sistemas.

Nuestra habilidad de realizar tareas complejas se ve perturbada precisamente cuando aumenta la cantidad de información que recibimos a través de los ojos y los oídos. Cuando somos conscientes de que estamos en peligro, nuestro cerebro absorbe una mayor cantidad de información sensorial, pero al mismo tiempo experimentamos dificultades para concentrarnos en ese gran caudal de datos.

La confusión resultante favorece las acciones rápidas, irreflexivas, dictadas más por el instinto de supervivencia que por el razonamiento lógico, como por ejemplo echarse a correr al oír ese crujido de una hoja seca. En el pasado de nuestra especie, la evolución sin duda favoreció al nerviosismo incontrolable que empuja a las personas a reaccionar así.

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Desde hace mucho, se sabe que ser consciente de un peligro inminente puede aumentar la habilidad humana de detectar leves cambios en el entorno, ya sean visuales, sonoros o de otro tipo. Por ejemplo, el leve crujido de una hoja seca puede delatar la aproximación sigilosa de un depredador. Pero, por otra parte, también es obvio que el estrés y la ansiedad inducidos por una amenaza pueden afectar de modo negativo nuestra capacidad de pensar con claridad y de llevar a cabo tareas mentales complejas. En un nuevo estudio se ha comprobado de manera detallada el alcance de esta confrontación entre ambos efectos.

Dicha comprobación se ha hecho midiendo los cambios en la actividad eléctrica del cerebro, captados por una densa red de sensores colocados sobre el cuero cabelludo.

El estudio lo ha llevado a cabo el equipo de Alexander Shackman y Richard Davidson, ambos de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Enfrentados a un riesgo, los sujetos de estudio, que se ofrecieron voluntariamente para el mismo, mostraron una mayor actividad en los circuitos cerebrales responsables de captar información visual, pero también un nivel de señal más débil en la circuitería responsable de analizar y valorar esa información. Cuando el riesgo desaparecía (y por lo tanto, el estrés y la ansiedad) el efecto se invertía: El cerebro destinaba menos potencia para la vigilancia, y más potencia para la toma de decisiones estratégicas.

El miedo nos hace más sensibles a nuestro entorno externo como una forma de identificar un peligro potencial y por dónde se acerca, pero interfiere en nuestra capacidad de pensamiento complejo.

En los últimos años, algunos teóricos han defendido la hipótesis de que esta confrontación de capacidades podría reflejar la interacción entre dos sistemas cerebrales que funcionan al mismo tiempo: Uno sería responsable de la detección rápida de los estímulos externos. El otro se ocuparía del proceso más lento de evaluar cuidadosamente esa información entrante. El estrés desbarata el equilibrio entre esos sistemas.

Nuestra habilidad de realizar tareas complejas se ve perturbada precisamente cuando aumenta la cantidad de información que recibimos a través de los ojos y los oídos. Cuando somos conscientes de que estamos en peligro, nuestro cerebro absorbe una mayor cantidad de información sensorial, pero al mismo tiempo experimentamos dificultades para concentrarnos en ese gran caudal de datos.

La confusión resultante favorece las acciones rápidas, irreflexivas, dictadas más por el instinto de supervivencia que por el razonamiento lógico, como por ejemplo echarse a correr al oír ese crujido de una hoja seca. En el pasado de nuestra especie, la evolución sin duda favoreció al nerviosismo incontrolable que empuja a las personas a reaccionar así.

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Controlar la tensión arterial mediante estimulación cerebral profunda

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Se ha descubierto lo que podría ser una alternativa quirúrgica a la medicación para controlar la presión arterial persistentemente alta en pacientes que no responden a los medicamentos.

[Img #1366]
(Foto: Bristol U.)
El equipo de la Universidad de Bristol y el Hospital de Frenchay se ha ocupado del caso de un hombre de 55 años al que se le diagnosticó hipertensión arterial cuando sufrió un derrame cerebral. Su presión arterial seguía elevada pese a los intentos por controlarla utilizando medicamentos.

Con el uso de un implante quirúrgico similar al marcapasos en un corazón, el equipo de Nikunj K. Patel ha conseguido controlar el problema de este hombre. El dispositivo envía impulsos eléctricos a su cerebro, en un procedimiento conocido como estimulación cerebral profunda, y la presión arterial se mantiene por debajo de niveles peligrosos.

Se ha verificado que la disminución de la presión arterial es una respuesta a la estimulación cerebral profunda, y no un resultado de cambios en los demás factores que promueven la tensión alta en este individuo.

Aunque la estimulación eléctrica no alivia de manera permanente el dolor de este hombre, los investigadores sí han comprobado que disminuye su presión arterial lo suficiente como para que pueda dejar de tomar los medicamentos para controlarla.

Éste es un hallazgo esperanzador, pues la hipertensión afecta a millones de personas y puede llevar a ataques al corazón y derrames cerebrales, con el agravante de que para aproximadamente una de cada diez personas, la tensión alta no se puede controlar con medicamentos o el paciente no los tolera.

Se necesita investigar más para confirmar estos resultados en un mayor número de personas, pero lo descubierto hasta ahora sugiere que la estimulación puede producir un descenso notable y sostenido de la presión arterial.

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Controlar la tensión arterial mediante estimulación cerebral profunda

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Se ha descubierto lo que podría ser una alternativa quirúrgica a la medicación para controlar la presión arterial persistentemente alta en pacientes que no responden a los medicamentos.

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(Foto: Bristol U.)
El equipo de la Universidad de Bristol y el Hospital de Frenchay se ha ocupado del caso de un hombre de 55 años al que se le diagnosticó hipertensión arterial cuando sufrió un derrame cerebral. Su presión arterial seguía elevada pese a los intentos por controlarla utilizando medicamentos.

Con el uso de un implante quirúrgico similar al marcapasos en un corazón, el equipo de Nikunj K. Patel ha conseguido controlar el problema de este hombre. El dispositivo envía impulsos eléctricos a su cerebro, en un procedimiento conocido como estimulación cerebral profunda, y la presión arterial se mantiene por debajo de niveles peligrosos.

Se ha verificado que la disminución de la presión arterial es una respuesta a la estimulación cerebral profunda, y no un resultado de cambios en los demás factores que promueven la tensión alta en este individuo.

Aunque la estimulación eléctrica no alivia de manera permanente el dolor de este hombre, los investigadores sí han comprobado que disminuye su presión arterial lo suficiente como para que pueda dejar de tomar los medicamentos para controlarla.

Éste es un hallazgo esperanzador, pues la hipertensión afecta a millones de personas y puede llevar a ataques al corazón y derrames cerebrales, con el agravante de que para aproximadamente una de cada diez personas, la tensión alta no se puede controlar con medicamentos o el paciente no los tolera.

Se necesita investigar más para confirmar estos resultados en un mayor número de personas, pero lo descubierto hasta ahora sugiere que la estimulación puede producir un descenso notable y sostenido de la presión arterial.

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Gesticular ejerce una influencia subliminal sobre algunas tareas manuales

Algunas veces es casi imposible hablar sin usar las manos. Estos gestos proporcionan pistas visuales a nuestros interlocutores y, según sugiere una nueva teoría, pueden incluso modificar nuestros propios pensamientos.

Las investigadoras Sian Beilock y Susan Goldin-Meadow de la Universidad de Chicago diseñaron un estudio para analizar cómo los gestos propios afectan al pensamiento de quien los hace.

Para el estudio, Beilock y Goldin-Meadow pidieron a los voluntarios que encontrasen la solución a un problema conocido como la Torre de Hanoi. Es un juego en el que hay que mover discos apilados de una estaca a otra. Después de terminar la prueba, los voluntarios fueron llevados a otra habitación y se les pidió que explicaran cómo lo habían logrado. Es casi imposible explicarlo sin usar las manos.

A continuación, los voluntarios hicieron la tarea nuevamente. Pero esta vez había un truco: para algunas personas, se había cambiado secretamente el peso de los discos, de modo que el disco más pequeño, que antes era lo bastante liviano como para poderlo mover con una mano, ahora necesitaba de las dos manos.

Las personas que habían usado una mano en sus gestos al hablar sobre cómo mover el disco pequeño tuvieron dificultades cuando ese disco se hizo más pesado. Les llevó más tiempo completar la tarea en comparación con las personas que usaron las dos manos en sus gestos; y cuantos más gestos con una sola mano hicieron, más tiempo tardaron. Esto sugiere, según las autoras del estudio, que el modo en que se gesticula afecta a cómo se piensa luego.

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Desarrollan el primer antiláser del mundo

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Cincuenta años después de la invención del láser, un equipo de científicos de la Universidad de Yale (EE UU) ha construido el primer antiláser del mundo. Con un centímetro de diámetro, este desarrollo podría tener aplicaciones en la nueva generación de ordenadores “ópticos” y en la radiología.

[Img #1334]
(Foto: AAAS/Science)
“El dispositivo absorbe los rayos láser entrantes y transforma la energía de la luz de estos rayos en energía eléctrica o térmica”, explica a SINC A. Douglas Stone, investigador de la Universidad de Yale (EE UU) y miembro del equipo que ha desarrollado el primer antiláser del mundo.

El mecanismo, denominado “amortiguador de coherencia perfecta” (CPA por sus siglas en inglés), enfoca dos rayos láser con una frecuencia específica dentro de una cavidad que contiene un disco de silicio como material semiconductor. El disco alinea las ondas de luz, que rebotan de forman indefinida hasta que se absorben y se transforman en calor, tal y como detalla el artículo publicado hoy en Science.

Cincuenta años después de la invención del láser, “el antiláser ejecuta un proceso óptio fundamental que no había sido estudiado hasta ahora”, asegura Douglas Stone. Es, por tanto, un láser que funciona al revés: absorbe la luz en frecuencias específicas en lugar de emitirla.

El dispositivo mide cerca de un centímetro de diámetro aunque los científicos esperan contruir uno de tan solo seis micras. Por el momento, el antiláser absorbe el 99,4% de la luz entrante, aunque debería ser capaz de absorber el 99,999%. “Confío en que comenzará a acercarse al límite teórico a medida que construyamos CPA más sofisticados”, declara el investigador.

La próxima generación de ordenadores, conocidos como “ópticos”, podría utilizar esta nueva tecnología en interruptores, detectores y diversos componentes. Además, el antiláser podría utilizarse en el campo de la radiología, al dirigir la radiación electromagnética a una región de tejidos humanos opacos. De esta forma, se podrían obtener imágenes o utilizar el mecanismo con fines terapeúticos.

Los científicos confían en que, en el futuro, el dispositivo sea capaz de absorber la luz visible y las frecuencias específicas de infrarrojos que se utilizan en las comunicaciones de fibra óptica. (Fuente: SINC)