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miércoles, 22 de junio de 2011

El dolor de ser marginado por los demás llega a una región cerebral que también registra el dolor físico

Ser marginado o excluido no deja cicatrices externas, pero puede causar un dolor que a menudo es más profundo y dura más que una herida física, tal como el saber popular indica, y los resultados de un nuevo estudio confirman.

Tal como advierte el psicólogo Kipling D. Williams, de la Universidad Purdue, ser excluido o marginado es un modo disimulado de acoso o bullying, que no deja moratones, y cuyo impacto, por tanto, a menudo se subestima.

El proceso de ser marginado tiene tres etapas: experimentar los actos iniciales de ser ignorado o excluido, esforzarse por ser aceptado, y resignarse a la exclusión.

Ser excluido por compañeros de escuela, del trabajo, o incluso por la propia familia puede resultar muy penoso. Y como el proceso de ser marginado se experimenta en tres etapas, esos sentimientos dolorosos pueden durar mucho tiempo.

Es necesario que los psicólogos y la gente en general sean conscientes de ello para que puedan evitar la depresión u otras experiencias negativas.

Más de 5.000 personas participaron en experimentos en los que se usó un videojuego diseñado por Williams, y en los que se ha demostrado cómo apenas dos o tres minutos experimentando la sensación de ser marginado por los demás pueden producir sentimientos negativos prolongados.

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Kipling D. Williams. (Foto: Purdue University/Mark Simons)

Específicamente, en esta investigación se ha comprobado que cuando una persona es marginada, la corteza cingulada anterior dorsal del cerebro, que registra el dolor físico, también registra este dolor social.

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