“Uno de los problemas a los que nos enfrentamos con frecuencia cuando interactuamos con el mundo es entender qué aspectos se deben a nuestras acciones o al mundo exterior, lo que es especialmente importante cuando no obtenemos éxito, ya que esta atribución determinará nuestra próxima acción”, declara a SINC Hyowon Gweon, uno de los autores del estudio e investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (EE UU).
Para analizar la capacidad inductiva y de aprendizaje de los bebés, los investigadores mostraron juguetes de tres colores (verde, amarillo y rojo) a infantes de 16 meses.
Cuando el experto presionó el botón del juguete verde, sonó música, pero cuando lo hicieron los niños, no funcionó. Los pequeños creyeron que cometían un error y cedieron el juguete a sus padres para que les ayudaran. En cambio, cuando los menores recibieron el juguete amarillo y tampoco se oyó música, dedujeron que el juguete no funcionaba y lo intentaron cambiar por el rojo.
“Los niños poseen una alta capacidad para hacer deducciones inductivas con pocos datos, lo que les permite aprender de manera rápida y precisa”, señala el Gweon. Los resultados del estudio, publicado en la revista Science, muestran que “los niños pueden deducir la causa de su fracaso (ellos o el juguete) y actuar de manera racional en función de la causa, pidiendo ayuda o explorando otro juguete”, añade el experto.
(Foto: D Sharon Pruitt)
“El ser humano es un aprendiz racional armado con un mecanismo potencial para hacer inferencias inductivas, del que ya disponemos antes de ir a la escuela”, subraya el científico.
Sin embargo, algunos adultos han desarrollado prejuicios sobre sí mismos debido a su interacción con el mundo. Así, “si alguien suele pensar que cuando algo va mal siempre es por su culpa, esta creencia puede anular lo sugerido por el estudio”, puntualiza el investigador. (Fuente: SINC)
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