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jueves, 21 de julio de 2011

El origen de la geofagia

Ingerir tierra es una conducta que se ha observado en aves, reptiles y mamíferos, y que fue también común en los humanos prehistóricos. De hecho, aún hoy existe de forma relativamente habitual en algunas tribus primitivas, sobre todo en los trópicos.

Esta conducta anómala podría entenderse en situaciones de hambruna desesperada, pero en bastantes casos se da sin esa situación de inanición. ¿Por qué habría la evolución de permitir que un rasgo de conducta tan potencialmente peligroso como ese perdurase a través del tiempo?

Entre las explicaciones propuestas acerca de qué utilidad podría tener comer tierra en ciertas situaciones, la más aceptada ha sido, hasta ahora, que podría ser un modo expeditivo de absorber nutrientes minerales no disponibles de otro modo, como por ejemplo hierro, zinc o calcio.

El equipo de Sera Young y Paul Sherman, de la Universidad de Cornell, analizó 482 crónicas de geofagia humana y 330 crónicas de geofagia en animales de 297 especies de aves, reptiles y mamíferos, incluyendo a 70 especies de primates. Young y sus colegas ingresaron los detalles de estas crónicas en una base de datos y luego buscaron patrones para evaluar cada hipótesis.

En los animales, se sabe que las ratas envenenadas comerán arcilla cuando se les dé a elegir entre varias sustancias, y también está ya documentado que varios primates, incluyendo a los chimpancés, y algunas aves como los loros, ingieren tierra arcillosa después de comer frutas tóxicas o experimentar problemas gastrointestinales.

Por otra parte, el análisis de las crónicas, hechas por antropólogos y exploradores, sobre humanos de sociedades primitivas exhibiendo esa conducta inusual de ingerir tierra, y a quienes se pudo preguntar al respecto u observar en qué situación lo hacían, señalan que el tipo de tierra ingerida es rica en arcilla, la cual carece de nutrientes biodisponibles. Es por tanto incorrecta la idea de que la geofagia podría ser un modo de añadir nutrientes a la dieta de una persona.

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Una mujer recogiendo arcilla. (Foto: Sera Young)
El análisis estadístico de las crónicas sobre geofagia humana ha mostrado a los autores del estudio que a lo largo de la historia la geofagia se ha dado con mayor frecuencia entre las mujeres embarazadas y los niños en zonas tropicales donde abundan los patógenos. También ha seguido a la ingestión de sustancias tóxicas y a problemas gastrointestinales. En las mujeres embarazadas, el sistema inmunitario se vuelve menos agresivo para no rechazar al feto, pero al mismo tiempo, los patógenos transmitidos por alimentos pueden resultar más dañinos para la salud de la madre y la del feto.

La geofagia es más común en el primer trimestre del embarazo, el periodo en que el embrión es más vulnerable. Los niños y los adolescentes también son muy susceptibles a las toxinas, lo cual podría explicar por qué ellos han practicado la geofagia con más asiduidad que las personas de otros grupos de edad.

Por otra parte, la tierra seleccionada para ingerir ha sido siempre de suelos que se viesen limpios y que fuesen considerados seguros.

En resumidas cuentas, la ingestión de tierra serviría para aprovechar los efectos medicinales de la arcilla, proporcionando una cierta protección contra sustancias tóxicas, parásitos y patógenos trasmitidos por los alimentos.

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